jueves, 21 de abril de 2011

Conceptos de Función, Norma y Valor Estéticos en relación con las cartas de Van Gogh a su hermano Theo

Conceptos de Función, Norma y Valor Estéticos en relación con las cartas de Van Gogh a su hermano Theo


“no es posible determinar de una vez por todas lo que es arte y lo que no lo es”

Jan Mukarovsky



¿Cómo podemos explicar que las cartas que le enviaba Van Gogh a su hermano Theo hoy sean consideradas parte de la literatura universal?
A pesar de haber nacido con un motivo muy distinto, y mucho más humilde del que hoy ostentan, las cartas entre estos dos personajes, la simple comunicación entre dos individuos a través de la correspondencia se han convertido en un objeto estético y en un obra de arte en sí mismas.
El factor que ha mutado desde la concepción de las cartas para convertirse en una obra de arte es lo que Jan Mukarovsky (1936) define como la función estética. Es decir, en su tiempo estas cartas constituyeron un simple medio de comunicación entre dos personas, donde la función predominante era la de la misma comunicación. Con el paso del tiempo, a causa de la notoriedad que ha alcanzado la figura de Van Gogh en la esfera del arte, la sociedad no puede más que percibir a esta correspondencia como un paso ineludible para comprender mejor la obra pictórica de Van Gogh, como una ventana entreabierta donde asomarse y descubrir a la persona que habita detrás del artista. Mukarovsky explica este cambio de percepción de un objeto por parte de la sociedad como el paso de la función estética al grado de dominante, por sobre cualquier otra función que pueda ostentar dicho objeto. En este caso la función comunicativa ha dejado de ser la función dominante de las cartas para dejarle ese lugar a la función estética.
Ahora bien, una vez que la función estética es privilegiada por sobre las demás durante la recepción, ocurre que se separa inmediatamente al objeto, en este caso las cartas, de su valor de utilidad, como puede ser el comunicativo entre Van Gogh y su hermano. Es decir, las cartas se desprenden del valor utilitario con el que fueron concebidas para volverse un objeto autónomo que se reviste con un nuevo valor dado por el placer que produce en los receptores, ese nuevo valor es el valor estético.
Una vez que tenemos el objeto estético y lo enfrentamos a la norma estética para ver si se circunscribe a la esfera del arte nos encontramos con que la regla con la que se mide el valor artístico hoy en día no es igual a la regla con la que se medía el valor artístico en la época de Van Gogh. Es decir, el conjunto de cartas que no fueron pensadas ni percibidas, en un principio, como objeto estético, ni como obra literaria, ni como obra de arte ahora sí lo sean.
Esto sucede, según Mukarovsky (1936), debido a que “la obra estética viola, pues, hasta cierto punto y a veces considerablemente, la norma estética válida para el momento dado del proceso ... Una obra de arte auténticca, oscila siempre entre los estados pasado y futuro de la norma estética: el presente, bajo cuyo punto de vista la percibimos, aparece como tensión entre la norma pasada su violación, destinada a llegar a ser parte de la norma futura.”
En resumen este ha sido el proceso por el cual las cartas se han constituido en una obra de arte en sí mismas, incluso independientemente de la obra pictográfica de Van Gogh.
A continuación y a modo de ejemplo, una de las tantas cartas que intercambiaron Van Gogh y su hermano Theo.


Querido Theo:

Creo y creeré siempre en el arte de crear en los trópicos y pienso que debe ser maravilloso; pero en fin, personalmente soy demasiado viejo y (sobre todo si me hiciera poner una oreja de papel) demasiado acartonado para ir.
¿Gauguin lo hará? No es necesario. Porque si hay que hacerlo, se hará solo.
No somos más que eslabones de la cadena.
Este bueno de Gauguin y yo nos comprendemos en el fondo del corazón y si somosun poco locos, sea, ¿no somos también un poco bastante profundamente artistas para contrarrestar las inquietudes a este respecto por lo que decimos del pintor?
Todo el mundo tendrá quizás un día neurosis, histeria, baile de San Vito u otra cosa. ¿Pero no existe el contra veneno? ¿En Delacroix, en Berlioz, en Wagner? Y en verdad la locura artística, en todos nosotros, yo no digo que sobre todo en mí, tal vez me haya herido hasta la médula; pero digo y mantendré que nuestros contra venenos y consuelos pueden, con un poco de buena voluntad, ser considerados como ampliamente eficaces.

Todo tuyo.

1 comentario:

  1. El texto me fue extremadamente útil tanto para tener una mayor compresión acerca de la función estética de Mukarovsky, como para mi tesis.
    Solo eso, queria enviarle mi agradecimiento al autor, un cordial saludo.

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